Maya Victoria
Creadora de almas evolutivas – transformadora
«Toda nuestra existencia se basa en el cambio. En primer lugar, dejamos nuestra familia de luz y nos encarnamos en un cuerpo material. Salimos del vientre materno y nos exponemos a las sensaciones físicas del entorno. Dejamos el hogar y nos sumergimos en el mundo de la escuela, después, dejamos la escuela y conseguimos un trabajo… y luego podemos juntarnos con alguien, construir una familia. Podría seguir nombrando etapas de cambio y crecimiento…».
La experiencia de habitar un cuerpo femenino nos lleva a continuas etapas de cambio; muchas de ellas sin ninguna preparación previa para afrontarlas adecuadamente.
Comenzamos con nuestros explosivos cambios físicos y emocionales en la pubertad, luego las que tienen hijos continúan con la enorme transformación que significa albergar una vida en su vientre y el proceso de iniciación que produce la experiencia del parto. Esas mujeres se enfrentan entonces a la maternidad, que se supone que asumimos sin dificultad, sólo por ser mujeres. Luego, un día, cuando por fin nos hemos acostumbrado a la frecuencia de nuestras menstruaciones, cuando hemos descubierto los cambios emocionales y físicos que nos produce, de repente, todo empieza a cambiar de nuevo, con la menopausia.
Vivimos la vida sin un manual que nos guíe, sin un camino claro, por ensayo y error, culpándonos a menudo por no alcanzar el nivel de perfección ilusoria e instinto maternal que la sociedad espera de nosotras. Nos abrazamos a la voz de nuestro corazón y a la red de mujeres que siempre, siempre, surgen de alguna manera en esos momentos de la vida en los que necesitamos apoyo, una mano tendida, una voz que nos anime.
Lo paradójico de la continuidad del cambio es que la sociedad en la que vivimos se esfuerza por negarlo, ocultarlo, detenerlo. El cambio es una experiencia de transformación, de apertura a lo nuevo, sin embargo, nos enseñan a temerlo, a perpetuar lo conocido, logrando así un distanciamiento de nuestra naturaleza primaria de seres en constante cambio, en evolución.
La sociedad condena la edad, las arrugas, las estrías, el cuerpo fuera de las medidas ideales, los cambios. Los estigmas sociales llevan a la vergüenza por el propio cuerpo y a la búsqueda de un ideal plantado por la sociedad que no es natural.
La naturaleza interna femenina, de cambio, de renovación, de nutrición, portadora potencial de vida, está en este momento planetario en proceso de expansión, la camisa de fuerza social que se ha impuesto durante tanto tiempo a las mujeres, ya no puede sostenerse. La esencia, la verdad interior necesita ser expresada. Es el momento de abrazar los cambios como fruto de un proceso de aprendizaje, es el momento de abrazar y acoger nuestros cuerpos físicos tal y como son, sin juicios, con la aceptación de la maravilla que representa vivir una vida terrestre en un cuerpo humano.
Es hora de llenar nuestro cuerpo físico con nuestra presencia amorosa, de hablar a nuestras células con amor. También es tiempo de soltar todo lo que el exterior nos exige porque ya no es conveniente vivir para nadie más, para cualquier reclamo externo que vaya en contra de nuestra naturaleza divina, amorosa y vivificante. Es hora de cambiar, de soltar todo lo que nos aleja de nuestro centro y redescubrir el poder que nos habita cuando nos situamos en la paz de nuestro corazón. Es hora de amar el cambio continuo que representa la vida, sin juicios, sin barreras. Es hora de abrazar el cambio perpetuo que habita en el mágico tiempo presente.