Hay momentos en la vida en los que sentimos que nos falta energía, como si algo invisible nos drenara sin darnos cuenta. Nos despertamos cansadas, con el cuerpo pesado, el ánimo bajo y la mente llena de ruido.
El tiempo pasa y nos encontramos resistiendo los cambios, luchando contra el cuerpo que habitamos, contra el mundo que nos rodea, incluso contra nosotras mismas. Pero ¿te has detenido a pensar dónde se está escapando tu energía vital?
Hoy quiero hablarte de un hábito que muchas veces normalizamos y que, sin embargo, es un agujero negro que nos roba fuerza, claridad y bienestar: la queja.
La queja: un hábito que nos desconecta de nuestra energía vital
De una forma u otra, todas hemos caído en la queja. La queja sobre el cuerpo que cambia. Sobre el cansancio. Sobre la soledad. Sobre la vida misma. Y a veces, nos rodeamos de personas que hacen lo mismo.
Cuando la queja se convierte en una constante, nos instalamos en un estado de indefensión. Sentimos que todo lo que nos sucede depende de otros: la pareja, el trabajo, los hijos, la sociedad. Nos convencemos de que no hay nada que podamos hacer, de que es demasiado tarde, y nos resignamos.
Y aquí viene el problema: la queja nos paraliza. Nos deja sin energía para tomar decisiones, nos instala en una espiral descendente de insatisfacción y nos impide ver lo que sí podemos cambiar.
La queja y sus efectos en nuestro cuerpo y mente
Cuando repetimos un pensamiento o una actitud, nuestro cerebro crea conexiones neuronales más fuertes. Si alimentamos la queja, nuestra mente se acostumbra a verla como la única respuesta posible.
¿El resultado? Estrés, ansiedad y agotamiento.
Cuando el estrés se mantiene en el tiempo, nuestro cuerpo produce más cortisol, una hormona que:
- Dificulta el descanso y nos deja sin energía.
- Debilita el sistema inmune.
- Aumenta la inflamación y el dolor articular.
- Nos hace más propensas a la ansiedad y la depresión.
- Interfiere con la memoria y la concentración.
- Nos impide disfrutar del presente.
¿Te suena familiar?
Ahora imagina el impacto que esto tiene en la menopausia y en nuestra madurez. Nuestro cuerpo ya está en un proceso de transformación, y agregarle el peso de la queja es como echar gasolina al fuego.
Pero hay algo que quiero que recuerdes: siempre hay algo que podemos hacer.
Cómo transformar la queja en fuerza: un camino consciente
La buena noticia es que podemos utilizar esa misma energía para crear un cambio real. No se trata de ignorar lo que sentimos, sino de usarlo como una brújula para descubrir qué necesita nuestra atención.
Aquí te dejo un camino en cuatro pasos para transformar la queja en poder:
1. Escucha la queja sin juicio
En lugar de reprimirla, dale espacio. ¿Qué dice de ti? ¿Qué parte de tu vida te está mostrando que necesita atención? No se trata de culparte, sino de entender lo que tu corazón está intentando decirte.
2. Reconoce el impacto en tu cuerpo
Cada pensamiento genera una reacción física. ¿Cómo se siente la queja en tu cuerpo? Tal vez te tensa los hombros, te oprime el pecho o te deja un nudo en el estómago. Observar estas sensaciones te ayuda a tomar consciencia y romper el patrón automático.
3. Acepta y asume tu responsabilidad
Aceptar no significa resignarse. Aceptar es mirar la realidad sin resistencia, entendiendo que solo podemos cambiar aquello que reconocemos.
Pregúntate:
- ¿Esto que me molesta depende de mí o de otros?
- Si depende de mí, ¿qué puedo hacer diferente?
- Si no depende de mí, ¿cómo puedo cambiar mi forma de verlo?
4. Pasa a la acción consciente
Una vez que identificas el origen de la queja, haz algo con ella. Transforma esa energía en un movimiento que te nutra. Tal vez significa poner un límite, soltar una relación que te agota, dejar de estar siempre disponible para otros y empezar a estar disponible para ti.
A veces, lo más revolucionario que podemos hacer es elegirnos a nosotras mismas.
Tu energía es tu tesoro más valioso
La madurez nos regala la oportunidad de mirar la vida con más sabiduría. Nos invita a elegir qué queremos sostener y qué estamos dispuestas a soltar.
Si sientes que la queja ha estado ocupando demasiado espacio en tu vida, hazte este regalo: obsérvala, acéptala y transfórmala en fuerza.
Y recuerda: Tú eres tu bien más preciado. Crea una vida que puedas amar.
Mariela Mazza.
Menopausia. Bienestar Mental. Empoderamiento de la Mujer.
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