Cuando llegamos a la menopausia, no solo llegamos acompañadas de años vividos, de múltiples experiencias, de cúmulos de conocimientos y sabiduría. Posiblemente también llegamos con relaciones rotas, con vínculos vencidos, con dolores en el alma por resentimientos, por separaciones, con asuntos que aún no hemos podido perdonar, con el corazón cargado de emociones que a lo largo de la vida nos ha sido difícil soltar.
La mayoría de las mujeres tenemos consciente o inconscientemente un miedillo que se asoma cuando escuchamos la palabra Menopausia.
Si somos muy jóvenes y la oímos por ahí, normalmente la dejamos pasar como un ruido lejano al que no es necesario ni siquiera prestar atención. Si estamos acercándonos a esta etapa, que puede ser entrados los 40, la queremos seguir ignorando, pero el ruido de ser lejano comienza a ser más cercano y más seguido. Hasta que por cosas que nos están pasando en el cuerpo y en el alma, a veces nos atrevemos a indagar qué esconde esa palabra misteriosa y hasta atemorizante.
Sabías que también se puede hacer yoga con los dedos y las manos? Los gestos que adoptamos flexionando, doblando, colocando, presionando los dedos, de forma específica, se denominan Mudras. Estos gestos son considerados por algunas culturas como gestos sagrados, pero además poseen beneficios terapéuticos porque tienen cualidades específicas que benefician a aquellas personas que los practican.
En mi último artículo hablé de los xenoestrógenos y de cómo los elementos cotidianos que utilizamos en nuestro cuerpo alteran nuestras hormonas, en particular, cómo contribuyen en el dominio de los estrógenos en las mujeres durante la menopausia. Aunque es difícil eliminar todas las sustancias químicas que utilizamos en nuestro cuerpo, podemos evitarlas siendo más conscientes de lo que compramos, comemos y bebemos para ayudarnos a mantener un bienestar saludable.
A veces tenemos la idea que al hacernos mayores, al envejecer, perderemos nuestra esencia femenina y esto es un error de percepción. Lo que realmente sucede, es que los años no solo suman kilos y experiencias, también suman un aspecto que se expande hacia la profundidad del ser.