La edad es sólo un número
¿Qué pasaría si no nos juzgáramos a nosotras mismas? ¿Si aceptáramos la vida tal y como fluye, y confiáramos en el proceso? ¿Seríamos más felices? ¿Más sanas? ¿Más vivas?
¿Qué pasaría si no nos juzgáramos a nosotras mismas? ¿Si aceptáramos la vida tal y como fluye, y confiáramos en el proceso? ¿Seríamos más felices? ¿Más sanas? ¿Más vivas?
Cuando tenía 35 años más o menos, una amiga me expuso una idea. Había notado que poco después de cumplir 40 años los hombres habían dejado de mirarla y que la gente en general ya no le prestaba mucha atención. En aquel momento, pensé que era una generalización salvaje y que no me pasaría o que no me llegaría a pasar.
He visto a muchas personas en mi consulta que vienen diciendo que dejaron de caminar, de hacer senderismo, de hacer clases de fitness o incluso de montar en bicicleta debido a un dolor de rodilla no producido por ninguna lesión. Muchas lo atribuyeron al envejecimiento y a la vejez, pensando que eso es lo que pasa y que necesitan encontrar una nueva actividad. Bueno, ¡que sepas que no siempre es así!
A ninguna de nosotras nos gusta que nos digan que parecemos más viejas de lo que somos. Sí, podemos ponernos rellenos y Botox para reducir las pequeñas arrugas y mejorar los cuellos caídos pero donde realmente deberíamos empezar a mirar es en nuestras dietas.
¿Y si pudieras rejuvenecer tu salud y las células de tu cuerpo, «sin pagar un euro»? Esto suena un poco como un argumento de venta, pero hay una ciencia impresionante detrás de esto. Pensemos en el proceso de reciclaje, en nuestro caso, el reciclaje de células. En términos científicos hay un concepto llamado «autofagia», al que me referiré como auto-reciclaje.