Nuestro hogar es nuestro refugio, nuestro lugar seguro en el mundo, cada lugar que habitas habla de ti, tu escritorio en el lugar de trabajo, tu habitación o tu cuarto de baño, cada pequeño espacio habitado queda impregnado de tu propia esencia. De ahí, la importancia de crear espacios de amabilidad en el lugar donde vives.
Al crear tu Espacio de Relajación permites que tu mente pueda identificar cuándo “parar”. Por eso es necesario que este espacio esté conformado por elementos que aporten paz y serenidad.
Aquí te dejo 5 tips para crear tu Espacio de Relajación.
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Encontrar el espacio
Busca un lugar de tu casa que te guste, un lugar retirado del ruido y las distracciones cotidianas, donde puedas crear tu Espacio de Relajación. Intenta que no sea un lugar de tránsito (salvo que vivas sola). No es necesario que sea una habitación, puede ser en un rincón que esté retirado de la actividad cotidiana, en el salón o incluso un pequeño espacio dentro de tu habitación.
Para sentarte puedes colocar un zafu (cojín de meditación) o simplemente una alfombra o moqueta con varios cojines. Un buen hábito consiste en descalzarse antes de habitar el espacio, ésta es una forma de decirle a tu mente que algo está cambiando, a su vez, cuando las plantas de los pies entran en contacto con el suelo, sentimos nuestra conexión con la tierra.
La idea de este espacio es que estés cómoda, así que, si lo prefieres, y existe lugar suficiente, también puede estar formado por un sillón o una silla.
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Los colores
Sabemos que el color tiene una dimensión psicológica y que juega un papel muy importante en la vida cotidiana. Los colores pueden, por ejemplo, ayudar en los procesos de relajación, favorecer el sueño o hacernos sentir seguridad. Ciertos colores como el azul, el violeta y el verde se asocian al estado de relajación.
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Inciensos, aceites esenciales y velas
Los sentidos nos permiten estar presentes en el aquí y ahora. Por lo que es muy recomendable que cuentes con aceites esenciales, inciensos o cualquier otro producto que te permita estimular tus sentidos, por ejemplo, la lavanda es una esencia calmante, que ayuda a la relajación y es utilizado para aliviar el insomnio y el estrés por lo que puedes utilizarlo por la noche mientras respiras conscientemente unos minutos en silencio antes de acostarte.
También puedes utilizar velas, hacer un pequeño ritual en el que enciendes una vela y prendes un incienso cada vez que te encuentres en tu Espacio de Relajación, prepara a la mente para habitar el espacio de manera plena y consciente.
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Música
Si te cuesta estar en silencio la música es una muy buena opción, permite que tu atención se enfoque y deje de “saltar” del pasado al futuro.
La música eleva nuestra vibración y cambia nuestros estados de ánimo, elige música amable, música que sientas que te expande el cuerpo, que te calme y estabilice tu estado de ánimo.
Puedes utilizar música con sonidos de la naturaleza, sonidos del mar o del bosque, se dice que estos sonidos además de relajarnos favorecen la concentración y nos conectan con el mundo en que vivimos y, por lo tanto, con nuestros orígenes. La música relajante reduce el estrés y la sensación de dolor.
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Cuaderno de hojas blancas
También puedes agregar en tu Espacio de Relajación todo aquello que te sirva para trabajar en tu crecimiento personal. Cómprate un cuaderno, elígelo con mucho mimo, utilízalo como la bitácora del navegante, la escritura nos libera a la vez que nos permite dejar un registro de nuestro momento vital, que muchas veces vamos olvidando a medida que pasa el tiempo. Cuando escribimos, no solo trabajamos ambas partes del cerebro (a mano y no en ordenador) sino que, además, nos vaciamos. Vamos soltando aquello que solo existe en el plano de la fantasía o en nuestra mente y que muchas veces, al no poder drenar esa energía, nos agota y nos lleva a espacios de sufrimiento, soltar es parte del proceso.
También puedes tener hojas en blanco y lápices de colores para cuando necesites conectar con tu niña o niño interno o simplemente necesites abrirte a la creatividad.
Un ejercicio sencillo para realizar en tu espacio de relajación.
Tras darte una ducha, siéntate con las piernas cruzadas, la columna alineada y las manos sobre los muslos. Puedes cerrar los ojos o mantenerlos entreabiertos, mirando hacia delante, esboza una sutil sonrisa en tus labios.
Relájate y enfoca la atención en tu respiración. Sé consciente de cada inhalación y cada exhalación sin forzarlas, simplemente respira.
Comienza con 5 minutos diarios y aumenta semana a semana (elige tu propio ritmo) el tiempo hasta llegar a 30 minutos.
Y lo más importante, hagas lo que hagas ¡Disfruta!
Mariela Mazza
La creatividad. Estilo de vida. Meditación. Bienestar mental.