Cuando tenía 35 años más o menos, una amiga me expuso una idea. Había notado que poco después de cumplir 40 años los hombres habían dejado de mirarla y que la gente en general ya no le prestaba mucha atención. En aquel momento, pensé que era una generalización salvaje y que no me pasaría o que no me llegaría a pasar.
Treinta años más tarde soy muy consciente de lo que me quería decir, ya que yo también he podido experimentar este fenómeno. No ayuda el hecho de que viva en una ciudad envejecida, San Francisco, en un país que no respeta a los mayores ni a la población no blanca. Envejecer en América me ha dado una experiencia muy personal con la pérdida del obvio poder de un cuerpo, una cara y una mente jóvenes. Desde que llegué a la mediana edad (suena horrible) comencé a notar que como mujer madura me iba volviendo cada vez menos visible. Algunas mujeres, como también los hombres, se dan por vencidas y pierden el interés en mantener su mejor estado físico y mental. Como artista dibujante de modelos en vivo que suelen ser adultos jóvenes y atractivos, puedo decir que prefiero a los modelos mayores. Se necesitan agallas para exponer un cuerpo tan poco firme al escrutinio minucioso del ojo de un artista. Estamos poderosamente programados para el culto a la juventud y a la belleza.
Miro a mi alrededor y veo (o no veo) muchos más grupos de personas invisibles – las personas menos representadas en el mundo. Aunque me dedico a cambiar las vidas de las mujeres mayores que viven en las sombras de las personas más jóvenes, estoy ampliando mi investigación para descubrir la gran variedad de personas que se sienten invisibles. Quiero lograr un cambio social a través del arte público en un mundo en el que las personas de color, los transexuales, los desplazados, los privados de derechos, los prisioneros, los grupos tribales y étnicos en vías de desaparición, los pobres, los discapacitados, los sin techo, los ancianos, los enfermos, los solteros, los solitarios, y sí, las artistas femeninas, puedan hacerse más visibles.
Nos encontramos en un punto de inflexión único como consecuencia de la pandemia, que ha ido acompañada de una agitación política y social a nivel mundial. Es un momento de conciencia renovada, de indignación y de reanudación de los esfuerzos para abordar, cambiar y compartir el poder. Me siento esperanzada y animada. Recientemente he fundado un colectivo de artistas unidos en el esfuerzo por revelar lo que se ha ocultado. A través del lenguaje del arte estamos abordando los temas más amplios de la identidad, cómo nos percibimos a nosotros mismos, y si nos sentimos o no vistos y escuchados. Trabajando con nuestras comunidades en varias ciudades, estamos planteando preguntas, recogiendo datos y dejando marcas para que otros sean testigos. Para saber más sobre nuestros proyectos a medida que evolucionan, visite nuestra página web website, que se lanzará en septiembre de 2020.
Susan R. Kirshenbaum.
Mujeres maduras. El arte. Bienestar mental. Estilo de vida. Empoderamiento de la mujer.