¿Qué pasaría si no nos juzgáramos a nosotras mismas? ¿Si aceptáramos la vida tal y como fluye, y confiáramos en el proceso? ¿Seríamos más felices? ¿Más sanas? ¿Más vivas?
Tuve mucha suerte de tener a mi alrededor a personas mayores sanas e inspiradoras. A mi abuela le gustaba hacer nuevos amigos de todas las edades en una cafetería a la que iba regularmente. Todavía montaba en bicicleta cuando tenía más de 80 años. A la misma edad, se subía a los manzanos para ayudar en la cosecha. Cantaba, creaba muñecos, probaba el teléfono móvil, seguía siendo curiosa y se interesaba por las cosas nuevas, y disfrutaba de la vida. Murió en paz tres meses antes de cumplir 90 años.
Mi profesora de baile, Else Lang, enseñaba y actuaba hasta bien entrados los 90 años, y se veía fabulosa. Su marido, Karl Foltz, era 12 años más joven que ella. Se conocieron cuando ella tenía 33 años en su escuela de baile. Él era un estudiante de música, enviado por su pianista enfermo como reemplazo. Ambos pensaban lo mismo. Ella pensaba: » ¡Si no toca bien el piano, me desharé de él!» I el pensaba: «Si no baila bien, no aceptaré el trabajo.»
Después de una hora de improvisación juntos, él le propuso matrimonio. Ella respondió: «Sólo si me besas los pies». Siempre tenía un brillo en los ojos cuando nos contaba a los estudiantes su historia de amor. Juntos tuvieron dos hijas preciosas. Karl Foltz inventó una educación musical básica para niños y la impartió en su escuela. Dirigieron la escuela durante más de 50 años. Él murió apenas tres meses después de que ella abandonara su cuerpo, a los 93 años. Su vida no tenía sentido sin ella, decía todo el mundo.
Vi al bailarín Merce Cunningham en vivo en el escenario cuando él tenía 84 años. Aunque apenas podía caminar debido a un problema de cadera, una vez que terminó de cojear lentamente hasta el escenario y comenzó a bailar, principalmente moviendo la parte superior de su cuerpo y sus brazos, me olvidé de todos los jóvenes bailarines saltando. Estar en presencia de un maestro que bailó toda su vida y se expresó a través de los más finos movimientos me conmovió profundamente.
¿Qué más es posible? ¿Y si la edad es sólo una ilusión? ¿Qué necesitaríamos para mantenernos sanas y felices hasta que decidamos dejar esta etapa? ¿Qué tal si creamos una realidad diferente? ¿Dónde está tu placer? ¿Qué hace que tu corazón cante? ¿Qué te gustaría crear? ¿Qué podemos crear, juntas, con Grace of no Age?
Cécile Blumenbär.