«Cuando tu vida pasa entre frascos, fuego, libros y plantas, la alquimia evoluciona de una pasión vocacional para convertirse en un lenguaje para expresarse y entender el mundo. Durante mucho tiempo el paradigma desde el que he observado la vida ha sido el del ermitaño. Como su nombre indica, cada vez que alguien me pregunta cuál es ese paradigma, le respondo que es una forma de vida aprendida a partir de la observación del Universo y sus leyes y reproduciéndolas en el mundo terrenal. Eso es magia, aprender, entender y reproducir las leyes de la naturaleza.»
Es a partir de este paradigma que entiendo una de las fuerzas que más vibra en mi ser: la energía femenina. Ella está presente en todos los átomos de mi cuerpo y cada día se hace más evidente; no puedo ignorarla, no puedo escapar más de ella, ni volver la mirada cuando con dulzura, y a veces con fuerza abrumadora, reclama su poder sobre mí. Me gustaría aprovechar este espacio para explicar de qué se trata, como una herramienta extremadamente poderosa para embarcarme en el viaje de la menopausia, como un viaje placentero y alegre.
Así que allà vamos: en alquimia, todo lo que existe proviene del Uno, que para manifestarse se divide en dos: lo femenino y lo masculino. Lo femenino es Mercurio y lo masculino es Azufre. Lo femenino se disuelve, lo masculino se coagula. Esa es la máxima alquímica que describe el ritmo universal Solve et Coagula. El punto de partida del surgimiento de la materia es la división en dos estados y dos acciones al mismo tiempo, dos sustantivos y dos verbos al mismo tiempo, dos (2) opuestos y complementarios (1). Uno completamente diferente del otro, uno completamente dependiente del otro, uno completamente responsable del otro. El masculino y el femenino.
El lemniscate, el símbolo que representa el infinito y se parece al número ocho, muestra este movimiento constante actualizado en el curso de nuestra vida, que está lleno de eventos que tienen lugar, encuentran su cénit y mueren, como es el caso del cese del flujo menstrual. El devenir del Alma encarnada es una cadena interminable de coagulaciones y disoluciones, ya que debemos comprender que, a diferentes niveles, para que nazca lo nuevo, lo viejo debe morir.
Traer la energía femenina a la vida, especialmente como mujer Mercurius, es la mejor herramienta para encontrar la paz y especialmente la habilidad de disolver, desahogar, liberar o purificar. La energía femenina es loca, inoportuna y caótica, inesperada y dulce, suave y etérea. Si la observamos saboreando el néctar sagrado de los fluidos vaginales del cosmos en el paladar de la conciencia, lograremos el arte de disolver lo que fuimos en la primera mitad de la vida para iniciar una nueva etapa llena de promesa y gratitud.
La fuerza de lo femenino (el mercurio primordial), nos permite reír a carcajadas, montar una obra de teatro loca y desconectada de los acontecimientos de nuestra vida, encontrar el sentido más profundo y transformador a las tareas más cotidianas, o desquiciarnos, aniquilándonos. Todo esto proviene de la fuerza aceptante, vacía de juicios y amorosa que nos da el Mercurio, y lo purifica todo.
La integración de la energía femenina y su arte en esta etapa de la vida nos permitirá encontrar la libertad y la alegría cuando nos encontremos frente a la nueva coagulación. Con la muerte de lo que fui, renacerá lo que ahora estoy llamada a ser.
Diana Torija.
Arte. Alquimia. Estilo de vida. Menopausia. Espiritual.