Cuando creamos una atmósfera de apoyo y confianza con los demás, una hora de baile puede convertirse en un despliegue cósmico. Invitamos a todo nuestro ser a estar presente y relajamos nuestro deseo de control.
La danza puede ser un viaje de profundos cambios.
La danza sagrada y meditativa puede ser la práctica espiritual más poderosa y conmovedora de todas, que nos transporta a todos los niveles mientras movemos nuestros cuerpos. He aquí 9 formas en las que he visto que la danza cambia a la gente – y cómo te cambiará a ti:
1. Cambia tus estados energéticos y emocionales
A mí, como a muchos, me resulta muy difícil sentarme completamente quieto y meditar. Cuando descubrí las Meditaciones Dinámicas de Osho sentí que por fin alguien me entendía. El movimiento con presencia e intención cambia y libera las energías bloqueadas y estancadas. Siendo consciente de mi cuerpo mientras me muevo, encuentro que es más fácil identificar viejos patrones, entonces me sacudo, me deslizo y me retuerzo para salir de ellos. A través del movimiento, también puedo encarnar un «yo» diferente, como en la danza meditativa, y descubro que el patrón se mantiene y empieza a afectar a mi vida diaria.
2. Construye tu sentido interno de estabilidad y apoyo
Las bailarinas clásicas indias siempre tocan la tierra, el corazón y el cielo antes de actuar. Una vez en el escenario, comienzan con el namaskar. Este recordatorio conecta y muestra el «namaskar» de la danza meditativa con el linaje del que proceden. De este modo, honran a sus compañeras de danza, a su Gurú y al Gurú de su Gurú antes de bailar. El «namaskar» también ayuda a tener una conciencia unívoca, centrando el ser y disipando los nervios de última hora. Puede que no elijas seguir esta tradición, pero expresar conscientemente la conexión con lo que te alimenta y te apoya a través del movimiento también aumentará tu sensación de apoyo y conexión en tu vida diaria.
3. Trasciende el ego
Convertirse en la danza y que la danza se convierta en ti sin separación requiere una entrega absoluta. Cuando bailamos desde un espacio de ego, disfrazamos y enmascaramos nuestro verdadero ser. Podemos tener una técnica y una coreografía perfectas con el mejor traje de diseño y, sin embargo, seguir atrapadas en el marco del «yo» en el que nos hemos encerrado. La verdadera esencia del alma se revela cuando una bailarína ha abrazado la luz y las sombras de su interior y baila con ellas por igual, sin vergüenza ni necesidad del público. Cuando una bailarína está completamente conectada consigo misma de esta manera, el público puede ser transportado a otras dimensiones mundanas donde el tiempo se dobla y todo es posible.
4. Sanea tu línea familiar
Nuestro ADN contiene todas las experiencias que hemos tenido. También lleva las huellas de la experiencia de todos los que nos han precedido en nuestra línea ancestral. El sonido y la respiración resuenan a través de nuestras células cuando participamos en la danza meditativa. Como vibración a través del movimiento, podemos influir en los patrones energéticos que contiene nuestro ADN, liberando lo que no sirve para nuestro propio bien y el de nuestra línea familiar.
5. Mejora la salud física
La danza sagrada y el movimiento tonifican los músculos, liberan endorfinas y eliminan las sustancias químicas del estrés de tu cuerpo. Tu cuerpo se sentirá y funcionará mejor, será más flexible y gozará de mejor salud. El placer y la mayor sensación de bienestar que experimentas con ello contribuirán a un ciclo de autorreforzamiento, que facilitará que te mantengas sana y con más energía.
6. Mejora la aceptación del cuerpo
A medida que descubres todas las bellas formas que puede adoptar tu cuerpo, tu perspectiva empieza a cambiar. Pasarás del juicio a la aceptación y el asombro ante las historias y emociones que puedes representar desde tu corazón a través de la forma física. Es probable que tu atención se aleje de cómo te ven los demás y empieces a sentir más la fascinante y deliciosa ligereza y vitalidad que quieres encarnar.
7. Aumenta tu conexión con la naturaleza y la tierra
En los antiguos tiempos de la danza meditativa vivíamos de forma chamánica, trabajando y bailando en sincronía con todos los elementos que nos rodeaban. La danza era una parte integral de la vida dentro de la comunidad. Se utilizaba como forma de comunicación, de dar a luz, de celebrar, de anunciar eventos y tiempos astrológicos importantes. Cuanto más podamos vivir alineadas con la tierra, más libres e intuitivas seremos. Las profundidades de conexión ancestrales y sin palabras que conocían nuestros antepasados están vigentes para nosotras, y cuando practiques la danza sagrada y meditativa, empezarás a abrazar la poesía y la magia de la naturaleza en tu vida diaria.
8. Respiración consciente
La mayor parte de las veces damos por sentada nuestra respiración, respirando sin intención y sólo con el pecho. Muchas de nosotras respiramos de forma incorrecta, manteniéndonos en el estado de lucha o huida que induce al estrés. La danza sagrada nos invita a ver cada respiración que hacemos como un nuevo potencial; trayendo la oportunidad de una vida consciente o una muerte consciente. Al respirar vida en nuestras células, oxigenando cada parte de nosotras, nos relajamos y somos más capaces de concentrarnos y mover nuestros músculos con poder. Este nuevo poder nos ayudará a apoyarnos en nuestros movimientos de danza.
9. Unidad con una misma y con las demás
La belleza de la danza sagrada y meditativa es que no requiere palabras. Podemos trascender las divisiones lingüísticas, culturales y religiosas entre el yo y las demás cuando nos unimos en el movimiento. La danza es también la forma perfecta de hacer nuevas amigas mientras nos divertimos. Al conectar con la intimidad de la humanidad compartida con tus compañeras de baile, sonríes. Esta sonrisa libera endorfinas, creando un sistema de retroalimentación de felicidad en el cerebro que desencadena hormonas de la felicidad, reduce los niveles de estrés y fomenta las conexiones con las demás. ¿Hay algo mejor que eso? (¿Podría ser mejor?)
Katie Holland.
Arte. Salud corporal. Meditación. Bienestar mental. Espiritual. Empoderamiento de la mujer.
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