Mientras me siento a escribir este artículo, así es exactamente como me siento ahora mismo. Mi casa está patas arriba. Los muebles y los armarios los hemos movido para que los pintores puedan trabajar bien. Los gatitos están saltando por todo el desorden y quieren salir de casa. Mi marido está viendo la retransmisión en directo del viaje espacial de Virgin Galactic con Richard Branson, intentando compartir el momento histórico conmigo. Se oyen fuertes ruidos desde fuera mientras estamos con las puertas y ventanas abiertas para disipar los olores de la pintura. Y yo estoy terminando un trabajo que tengo que presentar.
¿Por dónde y cómo empiezo?
Bueno, de la misma manera que les digo a mis clientas de Yoga Terapia: ¡Pausa!
Finalmente, fui a mi oficina, puse una música de fondo suave para concetrarme, cerré la puerta y me acomodé con mi respiración y conmigo misma.
Tómate un descanso.
Por supuesto, mi fin de semana desordenado palidece en comparación con los retos a los que nos enfrentamos a medida que la vida cambia frente a nosotras mientras nos hacemos mayores y más sabias. En mi consulta de Yoga Terapia, veo que las mujeres se sienten agobiadas al pasar de la perimenopausia a la menopausia y, finalmente, a la post-menopausia. Por lo general, los temas más repetidos de la agenda son perder peso, evitar el desarrollo de la diabetes, lidiar con los dolores corporales, controlar la presión arterial, poder seguir haciendo las mismas cosas que solían hacer y, por supuesto, mantener el impulso sexual y los niveles de energía.
Y el mero hecho de escribirlo resulta abrumador. Pronto el estrés se dispara, la ansiedad y la depresión empiezan a bailar mientras nuestro cuerpo nos grita que nos tomemos un descanso. Así que, ¿por qué no hacer una pausa consciente y reevaluar las prioridades antes de que el estrés y la ansiedad tomen la delantera? Sobre todo si ya te sientes abrumada.
¿Cómo tiene que ser ese descanso?
Por supuesto, llegaremos a eso pero, primero te diré cómo es «no hacer un descanso»: Empezamos todo tipo de dietas locas. Nos inscribimos en un Boot Camp. Empezamos a tomar todo tipo de medicamentos, vitaminas y pastillas. Cualquier cosa que nos recomienden con buena intención los amigos y Google, lo hacemos.
Al final del día, cuando nada parece funcionar, cuando empezamos a quedarnos sin nada, se nos ocurren medidas extremas y la espiral descendente toma vida propia. Los patrones de sueño se ven gravemente alterados, lo que por sí mismo desencadena una larga serie de males, el calor dentro de nuestros cuerpos se refleja en nuestras relaciones y la lista sigue y sigue.
Cuando el caos se instala, necesitamos hacer una pausa durante un día, una semana, un mes o incluso un año. Hacer una pausa, reevaluar y continuar.
¿Cómo es esa pausa?
Pues bien, se trata de algo así como despertarse y tomar el sol durante al menos 10 minutos mirando la luz del sol de primera hora de la mañana para restablecer nuestro ritmo circadiano y nuestras hormonas, mientras respiramos profunda, lenta y suavemente.
Significa disfrutar de nuestra taza de café o té, sentirnos agradecidas o dar un paseo consciente sin estar umbilicalmente conectados a nuestro teléfono.
Significa estar presente con nuestros sentimientos, emociones y pensamientos sin apegarnos demasiado a ninguno de ellos. Invertir de 20 a 30 minutos para estirar el cuerpo y la mente y fortalecer nuestro core interno. Significa estar en sintonía con nuestra sabiduría interior, nuestra voz interna.
Se trata de terminar el día contemplando la puesta de sol durante 5 ó 10 minutos. Será la señal para que nuestro reloj central inicie el proceso de relajación para un sueño tranquilo y reparador después de una última ducha refrescante antes de acostarse.
Hacer una pausa no es llegar a un punto final; es simplemente añadir una coma o un punto y coma para seguir escribiendo nuestra historia. La pausa es poner el freno a nuestro nivel de estrés, nuestro peor consejero.
Ve primero a la raíz.
Durante años, mi árbol de mango no daba frutos. Seguí recortando sus ramas con la esperanza de fortalecer el tronco para ver hojas más verdes y sanas. Pasaron cuatro años sin suerte. El año pasado decidí pasar directamente a nutrir sus raíces y ¡voilá! Esta temporada por fin he probado unos mangos dulces y jugosos.
La raíz de nuestro caos y sufrimiento es el nivel de estrés al que nos sometemos a diario. Si no pisamos el freno, ir estresadas al gimnasio y hacer dieta no dará ningún fruto. Al contrario, seguirá añadiendo más estrés. Si no vemos resultados de nuestros esfuerzos, nos volvemos más gruñonas, más cansadas y más agobiadas.
Una buena noche de sueño
Todo comienza con una buena noche de sueño, pero el truco está en que una buena noche de sueño comienza cuando sale el sol. Si piensas forzarte a ir al gimnasio, primero oblígate a levantarte con la luz del sol y, al final del día, acuéstate con la puesta de sol. Tómate ese tiempo para respirar. Esas dos pequeñas pausas harán magia para contrarrestar nuestro nivel de estrés, la raíz de nuestro caos. Entonces, y sólo entonces, toma decisiones, elabora un plan para saber qué es lo siguiente y qué es lo mejor para ti. Tendrás el control, en lugar de dejar que el estrés, la ansiedad y la depresión lleven el timón.
Resultó que, mientras yo hacía una pausa, Richard Branson y su tripulación espacial aterrizaron de nuevo en la Tierra y me perdí ese momento histórico con mi marido Luis. Pero, cuando terminé de escribir este post, vimos juntos la repetición. La vida sigue… ¡después de una pausa!
Martha Victoria.
Estilo de vida. Meditación. La menopausia. Bienestar mental.