«Control freak» desde pequeña
La gente que me conoce de toda la vida dirá: «¿Quién es ella para hablar de esto?» ¿Por qué ahora? Porque, como mujeres, estamos entrando y viviendo una de las etapas de cambio más cruciales de nuestra vida. Si no aprendemos a soltar el control, no apreciaremos esta etapa.
Desde niña sentí seguridad mientras tenía el control de cada situación, si sabía dónde iba, con quién iba a estar y hasta la ropa que debía usar, pero si algún factor cambiaba en el camino, me costaba muchísimo estar tranquila porque ya estaba maquinando la manera de volver a tener todo bajo control. Fue cuando, ya de adulta, empecé a ganar independencia y me casé, que mi mundo se puso de cabeza.
Las responsabilidades cambiaron mi vida
Las responsabilidades crecían y mantener el control de cada situación se volvía cada vez más difícil y cuando llegaron los hijos, realmente sentí que no podía más con todo ese peso que cargaba sobre mi espalda. Pero, para “colmo de males”, y como la vida siempre te quiere enseñar, me casé con un hombre que es maravillosamente imperfecto. Ese que pinta fuera del recuadro y se ríe de los problemas. El que grita emocionado: “¡equivócate!” y me festeja cuando lo hago, mientras yo lo único que quiero es darme con látigo. Un hombre que me recuerda constantemente: ¡deja de corregir! Mi Yang, mi opuesto, el espejo que me reflejó y me hizo verme. Mi gran maestro en el arte de “soltar”. Obviamente, más que encontrarme con mi media naranja, me encontré con un ají bien picante. No ha sido fácil, pero ningún aprendizaje importante en la vida lo es.
Partiendo de la premisa que el control va de la mano de la perfección, muchas mujeres pensamos y sentimos presión en que debemos ser “perfectas”. Perfectas en el hogar, perfectas en el trabajo, mantener un cuerpo perfecto, ser la madre perfecta, la esposa perfecta, la amante perfecta, la amiga perfecta, la hija perfecta; y nos cargamos de roles y responsabilidades enganchados siempre a la per-fec-ción. Ahora, admitamos que por “tan perfectas” que creamos ser, lo que nunca lograremos es ser perfecta para todo el mundo, precisamente, porque del otro lado está alguien que tampoco suelta el control. Te das cuenta del círculo vicioso. ¿Verdad?
Suelta
Además, para una mujer que en su ser siente que debe “cumplir” con los roles que se ha impuesto o la sociedad le ha impuesto, es muy difícil soltar el control. Es un tema complejo. Soltar implica lidiar con el sentimiento de culpa, confiar en los demás, aceptar errores y fracasos, incluso la desilusión de ver que otros lo hacen mejor que nosotras. Pero una vez que realmente soltamos, le damos la oportunidad a los demás de desarrollar y demostrar sus habilidades, aprendemos a ver más allá de lo que alcanza nuestra mirada, empezamos a sorprendernos incluso al darnos cuenta que lo que siempre consideramos incorrecto es simplemente otra manera de hacer las cosas.
El tener todo bajo control puede darnos la falsa sensación de tranquilidad y paz, es posible que pensemos que siempre podemos tener la sartén por el mango, pero, siempre hay un pero. ¿Qué sucede cuando aparece una situación que no podemos controlar? ¡Ahí sí arde Troya! La ansiedad nos inunda y la desesperación de buscar una forma de lograr el control de esa situación nos vuelve literalmente locas. Incluso hay momentos en que nos enganchamos en preocupaciones, de aquellos acontecimientos que todavía no suceden, y creamos una película en nuestra mente con todas las “posibles” soluciones a todos los “posibles” problemas que “podrían” darse lugar, incluyendo todas las variables y tratando de no dejar ningún cabo suelto.
¿Qué hacer?
¡SOLTAR!
Soltar y confiar en que cuando llegue el momento en el que nos corresponda actuar lo haremos de la manera adecuada.
Definitivamente, querer tener todo bajo control es agotador. Terminamos fulminadas y agobiadas, y no siempre logramos ser felices llevando esa carga.
¡soltar!
Incluye a los demás en esto
Delegar, es incluir a los demás en la película. Darles la oportunidad de ser protagonistas también, permitir que brillen y desarrollen sus talentos mientras nosotras soltamos y disfrutamos de tiempo extra y menos estrés. Bajamos la carga y la presión que día a día nos ponemos encima. Para esto, es muy importante aprender a confiar, un verbo con mucho poder que nos permitirá gozar la vida con todas sus imperfecciones. Disfrutemos la belleza de lo imperfecto. ¡Suelta el control! ¡Suelta la perfección y déjate sorprender!
¿Necesitas ayuda para soltar? Inhala aceites esenciales de lavanda, bergamota y pomelo, te harán sentir equilibrada, optimista y confiada para dar este gran paso y fluir.
Escribir este artículo ha sido ya un gran esfuerzo para mí en soltar, si yo pudiera… ¡tú también puedes! Completa la frase con tu decisión.
Mary Carmen Zaidan.